En el año 1967, el músico Louis Armstrong nos regaló una de
las canciones más bellas jamás escritas: “What a Wonderful World”. Con
su voz profunda y serena, nos invitaba a observar lo simple, lo cotidiano y lo
esencial. Nos recordaba que los árboles verdes, los cielos azules, las sonrisas
y los saludos eran suficientes para maravillarnos del mundo.
Décadas después, seguimos sin darnos cuenta.
No terminamos de comprender que este es el único mundo
que tenemos. Que no solo estamos aquí para habitarlo, sino también disfrutarlo,
valorarlo, y —sobre todo— cuidarlo.
En 2015, el Secretario General de la ONU pronunció una frase
que se convirtió en consigna universal:
“No tenemos un Plan B, porque no hay un Planeta B.”
Y sin embargo… seguimos sin despertar.
Seguimos actuando como si la Tierra fuera infinita, como si todo lo que nos
rodea estuviera garantizado. Pero sabemos que no es así; el planeta entero
tiene fracturas que no vemos, o que no nos damos cuenta o sobre las que no se
actúa.
Y lo peor de todo es que nos hemos dejado de asombrar ante
las maravillas que nos ofrece nuestro mundo.
Cada amanecer nos regala una nueva oportunidad.
Cada atardecer nos ofrece la posibilidad de cerrar ciclos, agradecer lo vivido
y prepararnos para un nuevo comienzo.
Y la noche, con su silencio estrellado, nos brinda un
espacio para reflexionar, descansar, recargar energías y —si nos damos
permiso— mirar hacia el cielo y asombrarnos.
Estamos rodeados de lugares espectaculares, grandiosos y
armoniosos.
· Playas
de arena blanca y aguas cristalinas que susurran calma.
· Llanos
infinitos donde el cielo parece tocar la tierra.
· Bosques
y selvas que laten con vida propia.
· Dunas
doradas que bailan con el viento.
· Ríos
que serpentean y lagunas que reflejan el cielo.
- Montañas
imponentes que nos recuerdan lo pequeños que somos.
Todo esto —y todo lo demás en el planeta — fue creado para
ser contemplado, sentido y protegido,
Pero la velocidad con la que vivimos nos lo impide.
El día transcurre entre decisiones, responsabilidades y
ritmos acelerados. Con los ojos fijos en la pantalla de un teléfono, dejamos de
mirar hacia arriba. Las preocupaciones nos impiden explorar durante el día, y
las series, películas o lo acelerado del momento nos adormecen la mente por la
noche.
Vivimos distraídos. Olvidamos observar. Hemos perdido el
hábito de maravillarnos.
🧭 El mundo ha cambiado,
pero más hemos cambiado nosotros
Sí, el mundo ha cambiado. Pero el ser humano lo ha cambiado
aún más.
Hemos perdido la conexión con lo esencial.
Vivimos más rápido, pero sentimos menos.
Tenemos más acceso, pero menos contacto.
Estamos más informados, pero menos conectados con la naturaleza, con los demás y
con nosotros mismos.
Y sin embargo… aún estamos a tiempo.
Todo lo que está ocurriendo también puede ser una invitación
a vivir con más conciencia, a ser sosteniblemente productivos o productivamente
sostenibles —dos caminos válidos para quienes buscan equilibrar acción con
propósito.
✨ Volver a ver con ojos nuevos
¿Qué pasaría si hoy decidieras mirar el mundo con nuevos
ojos?
¿Qué pasaría si —aunque sea por un instante— te detuvieras a observar una hoja
moviéndose con el viento, una nube en el cielo, un niño sonriendo, un pájaro
cantando, una flor abriéndose?
¿Qué pasaría si recordaras, como Louis Armstrong, que este
mundo —a pesar de todo— sigue siendo maravilloso?
Vivimos en un mundo maravilloso. Solo tenemos que volver
a darnos cuenta.
Volvamos a ver con asombro.
Volvamos a ver con gratitud.
Volvamos a ver con el corazón despierto.
Recordemos como nos dijo Louis Armstrong:
"Veo
árboles de verdes y
Rosas
rojas también.
Los
veo florecer, para ti y para mí.
Y
pienso para mí:
¡Qué
mundo tan maravilloso!"
Y cuando cambiamos la forma de mirar, todo lo que miramos cambia.