lunes, 8 de septiembre de 2025

Vivimos en un mundo maravilloso, pero no nos damos cuenta

En el año 1967, el músico Louis Armstrong nos regaló una de las canciones más bellas jamás escritas: “What a Wonderful World”. Con su voz profunda y serena, nos invitaba a observar lo simple, lo cotidiano y lo esencial. Nos recordaba que los árboles verdes, los cielos azules, las sonrisas y los saludos eran suficientes para maravillarnos del mundo.

Décadas después, seguimos sin darnos cuenta.

No terminamos de comprender que este es el único mundo que tenemos. Que no solo estamos aquí para habitarlo, sino también disfrutarlo, valorarlo, y —sobre todo— cuidarlo.

En 2015, el Secretario General de la ONU pronunció una frase que se convirtió en consigna universal:

“No tenemos un Plan B, porque no hay un Planeta B.”

Y sin embargo… seguimos sin despertar.
Seguimos actuando como si la Tierra fuera infinita, como si todo lo que nos rodea estuviera garantizado. Pero sabemos que no es así; el planeta entero tiene fracturas que no vemos, o que no nos damos cuenta o sobre las que no se actúa.

Y lo peor de todo es que nos hemos dejado de asombrar ante las maravillas que nos ofrece nuestro mundo.

Cada amanecer nos regala una nueva oportunidad.
Cada atardecer nos ofrece la posibilidad de cerrar ciclos, agradecer lo vivido y prepararnos para un nuevo comienzo.

Y la noche, con su silencio estrellado, nos brinda un espacio para reflexionar, descansar, recargar energías y —si nos damos permiso— mirar hacia el cielo y asombrarnos.

Estamos rodeados de lugares espectaculares, grandiosos y armoniosos.

·       Playas de arena blanca y aguas cristalinas que susurran calma.

·       Llanos infinitos donde el cielo parece tocar la tierra.

·       Bosques y selvas que laten con vida propia.

·       Dunas doradas que bailan con el viento.

·       Ríos que serpentean y lagunas que reflejan el cielo.

  • Montañas imponentes que nos recuerdan lo pequeños que somos.

Todo esto —y todo lo demás en el planeta — fue creado para ser contemplado, sentido y protegido,

Pero la velocidad con la que vivimos nos lo impide.

El día transcurre entre decisiones, responsabilidades y ritmos acelerados. Con los ojos fijos en la pantalla de un teléfono, dejamos de mirar hacia arriba. Las preocupaciones nos impiden explorar durante el día, y las series, películas o lo acelerado del momento nos adormecen la mente por la noche.

Vivimos distraídos. Olvidamos observar. Hemos perdido el hábito de maravillarnos.

🧭 El mundo ha cambiado, pero más hemos cambiado nosotros

Sí, el mundo ha cambiado. Pero el ser humano lo ha cambiado aún más.
Hemos perdido la conexión con lo esencial.
Vivimos más rápido, pero sentimos menos.
Tenemos más acceso, pero menos contacto.
Estamos más informados, pero menos conectados con la naturaleza, con los demás y con nosotros mismos.

Y sin embargo… aún estamos a tiempo.

Todo lo que está ocurriendo también puede ser una invitación a vivir con más conciencia, a ser sosteniblemente productivos o productivamente sostenibles —dos caminos válidos para quienes buscan equilibrar acción con propósito.

Volver a ver con ojos nuevos

¿Qué pasaría si hoy decidieras mirar el mundo con nuevos ojos?
¿Qué pasaría si —aunque sea por un instante— te detuvieras a observar una hoja moviéndose con el viento, una nube en el cielo, un niño sonriendo, un pájaro cantando, una flor abriéndose?

¿Qué pasaría si recordaras, como Louis Armstrong, que este mundo —a pesar de todo— sigue siendo maravilloso?

Vivimos en un mundo maravilloso. Solo tenemos que volver a darnos cuenta.

Volvamos a ver con asombro.
Volvamos a ver con gratitud.
Volvamos a ver con el corazón despierto.

Recordemos como nos dijo Louis Armstrong: 

"Veo árboles de verdes y

Rosas rojas también.

Los veo florecer, para ti y para mí.

Y pienso para mí:

¡Qué mundo tan maravilloso!"

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 Porque es sólo en los pequeños detalles donde habita la grandeza de este mundo maravilloso.

Y cuando cambiamos la forma de mirar, todo lo que miramos cambia.

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