martes, 12 de julio de 2011

Aprendiendo de los Errores

A lo largo de nuestras vidas uno va aprendiendo de diferentes maneras y de diferentes personas. Primero aprendemos de los padres quienes nos enseñan nuestras primeras palabras, los primeros movimientos, nos enseñan a caminar y luego lo hacen el resto de nuestras vidas; más adelante aprendemos de los profesores en el colegio y en la universidad; de allí pasamos a nuestra vida profesional en la que aprendemos de nuestros compañeros, de nuestros jefes y luego algunos comenzamos un camino de aprendizaje continuo del que les he comentado en ocasiones anteriores. En pocas palabras, vamos aprendiendo de lo que estudiamos, lo que leemos, de nuestras experiencias, de las vivencias, de las observaciones, pero aunque suene un poco extraño, también aprendemos de nuestros errores.

A veces cometemos errores sencillos de los que ni siquiera nos damos cuenta; en ocasiones son errores que nuestros padres, compañeros o supervisores notan y nos pueden hasta reclamar por ellos. Sin embargo, hay casos en los cuales generamos rechazos, reacciones negativas o cometemos errores importantes, que llegamos a afectar tanto a nuestro entorno familiar y personal como a nuestro entorno laboral. Es decir, generamos reacciones en contra de nosotros mismos y eso es algo que debemos controlar y algo de lo que debemos aprender para no repetirlo o no volverlo a hacer. Sin embargo les puedo comentar que los errores ocurren pues somos humanos, son resultado de la vida misma, de nuestra actividad diaria. Pueden venir de nuestros pensamientos o de nuestras acciones; aquí lo importante es aprender de ellos y no solo lograr recuperarnos sino poder sacarle buen provecho a lo ocurrido, buscarle siempre el lado positivo.

Hagamos un breve paréntesis y usemos el ejemplo de una bicicleta. La mayoría de nosotros aprendimos a montar bicicleta cuando pequeños ayudados de nuestros padres o familiares. Algunos le tuvieron miedo, pero al final con el apoyo y empuje de los demás aprendimos y lo hicimos, primero con las rueditas traseras y luego sin ellas, cuando nos aprendimos a balancear, cuando aprendimos a manejar ese balance. Si es verdad que nos fuimos de lado a lado, nos caímos y nos levantamos y no lo vimos como errores, sino como parte del aprendizaje y de allí en adelante fuimos por todos lados a toda velocidad. ¿Qué es lo importante de todo esto? Que para manejar bien la bicicleta debemos mantener bien el balance, ya que de lo contrario nos iremos de un lado al otro y sabemos lo que nos puede pasar (que ya nos ha pasado). Esto es igual en la vida: debemos mantener un balance, ya que de no hacerlo podremos tambalearnos, llegar a caernos o en otras palabras, cometer errores. 

Albert Einsten dijo a principios del siglo XX que “la vida es como una bicicleta ya que la única manera de mantener el balance es mantenernos en movimiento”.

En la vida uno puede cometer errores y encontrar reacciones en contra, o por el contrario, lograr alcanzar el éxito y el reconocimiento por lo que hacemos. Pero esto no lo sabremos por anticipado. Lo que sí sabemos es que si nos quedamos parados, sin movimiento o estáticos, nada pasará, nada sucederá y nunca nos daremos cuenta de lo que pudiésemos haber encontrado en el camino. De nuevo es como la bicicleta; ella nos puede llevar por una calle nueva y conducirnos a nuevos caminos desconocidos al doblar una esquina que no conocíamos, a lugares totalmente nuevos e inesperados. En pocas palabras, podemos llegar a lugares en los que nunca hemos estado, a los que nunca hemos ido y que desconocemos; podemos llegar a lugares en los que hay posibilidades tanto de lograr el éxito como de cometer errores. Y de cometer errores estaríamos entrando en complejas situaciones personales o profesionales que debemos solventar de la mejor manera y con éxito y eficiencia, ya que estas nuevas experiencias y situaciones serán nuevas para nosotros y debemos definitivamente aprender de ellas. Una vez oí el comentario que decía que quien no comete errores es porque nunca ha tratado de hacer nada nuevo. Qué cierta es esta frase. He aquí varios ejemplos:

·         Tomás Alba Edison trató más de mil veces de crear un bombillo hasta que logró unir los filamentos correctos y siempre dijo que no había fallado mil veces sino que había aprendido mil formas exitosas de saber cómo no funcionaría un bombillo;
·         El Coronel Sanders por su parte trató 1.009 veces de vender su ya famosa receta de pollo en lo que luego se convirtió en la mundialmente conocida cadena Kentucky Fried Chicken;
·         la pega que tienen los Post-it Notes de 3M fue el resultado equivocado de un experimento para encontrar un pegamento resistente realizado por el Dr. Spencer Silver en el laboratorio de 3M; el Dr. Silver nunca supo qué hacer con su descubrimiento. Seis años más tarde un colaborador, Art Fry, recordó la existencia de este pegamento suave y reusable y de allí, de un error de cálculo en el experimento inicial, surgió un negocio multimillonario para 3M.

Aprendemos todos los días, de las cosas buenas y de los errores, de las experiencias que vivimos y de lo que vamos conociendo. Lo importante siempre es recuperarnos de los errores. Parafraseando a Albert Einstein, alguien que no ha cometido ningún error en su vida es porque nunca ha tratado de hacer nada nuevo o nada diferente. Hagamos nuevas cosas, mejoremos continuamente. Es verdad que tendremos el riesgo de cometer errores, pero debemos saber reconocerlos, entenderlos, aceptarlos (sobre todo ante los terceros) y definitivamente aprender de ellos. Si no cometemos errores es porque no tomamos iniciativas; vivamos y tomemos aquellos riesgos que sean posibles de manejar. No permitamos que nuestras ideas e iniciativas mueran dentro de nosotros sin tratar de hacerlas o de implementarlas y si cometemos errores, solo corrijámoslos, así sean más de 1.000 veces hasta que nuestras ideas y acciones salgan bien. Solo así lograremos el éxito que nos merecemos.

Seguiremos Motivando. LV

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