Imagen diseñada por Isabela Moron García, Panamá
A raíz de uno de los artículos de la semana pasada en el cual Motivaba y a la vez Felicitaba a los graduandos, me han preguntado que porqué hay gente que responde con preguntas. Pues solo por curiosidad comencé a indagar y aunque no obtuve una respuesta concreta, he tratado de pensar en algunas ideas para escribir acerca de ellas en el transitar de este camino. Si bien recordarán la historia del cuento de ese artículo, luego de haber hecho 10 preguntas que fueron respondidas por 10 preguntas adicionales, la pequeña Aguila le preguntó al Aguila Maestra que porqué ella no sabía la respuesta a sus preguntas, lo cual obviamente sí sabía y le responde “Si lo hice”, pero el Aguila Maestra estaba conscientemente preparando a esa joven Aguila para su vida entera y se lo refuerza cuando le dice, el único que puede decirte cómo debes volar, qué tan lejos debes volar o cuánto debes soñar eres tú.
Pues resulta que según mi entender, cuando respondemos a una pregunta con una respuesta, le estamos dando a la persona la vía fácil, la receta de lo que debe hacer si se quiere decir de esta manera sencilla. Pero ahora imagínense que en vez de dar una respuesta a una pregunta, hagamos una pregunta inteligente como respuesta. Aunque suena como un trabalenguas, ¿no estaríamos haciendo pensar un poco más a esa persona? Por supuesto que no podemos hacerlo todo el tiempo ni todas las veces (ya que no siempre sería apropiado), pero pensemos en lo que pasaría si en ciertas ocasiones y en el momento correcto, por ejemplo cuando nos venga uno de nuestros hijos, uno de nuestros estudiantes, uno de nuestros supervisados o uno de nuestros compañeros y nos haga una pregunta, ¿le podamos responder con otra pregunta?. Creo que comenzaríamos a hacerlos pensar, comenzaríamos a hacerlos trabajar un poco más duro, a esforzarse cada vez más. Y esto es como dicen un trabajo de doble vía, ya que al tener la posibilidad de responder con una pregunta nos estamos nosotros mismos obligando a ser más creativos, más innovadores, a pensar un poco más allá de lo cotidiano.
Pienso que esa es la manera en que vamos a lograr desarrollar a quienes nos siguen, a quienes vienen detrás de nosotros (hijos, alumnos, amigos, compañeros). Esa es la manera en que los vamos a ayudar a crecer, a veces en lo personal, en lo profesional o hasta en lo espiritual. La mente que se desarrolla es la mente que piensa y que está en continua actividad, no la mente pasiva. Para que nuestro cuerpo esté sano, ya sabemos que tenemos que hacer que esté en continuo movimiento y debemos darle los alimentos y nutrientes necesarios. Igual pasa con nuestra mente. Debemos ejercitarla y nutrirla con lo positivo, lo creativo, lo innovador.
Preguntas como ¿qué tan lejos queda una ciudad?, o ¿a qué temperatura está el sol?, o si ¿puedo algún día ir yo a la luna?, o ¿qué es una célula roja?, deberían ser respondidas con una pregunta que incentive la investigación y la búsqueda de su respuesta. Así ellos aprenden y quizás nosotros también. Cuando nos pregunten por ejemplo ¿qué es un Gigabyte?, respondamos, ¿para que se usa?; y si nos preguntan ¿cómo hizo Mozart para dar su primer recital de piano a los cuatro años?, en vez de decir que era un niño prodigio respondamos preguntándoles ¿y cómo lo sabes? o ¿cuántas obras hizo desde esa temprana edad?. No son preguntas difíciles, solo son preguntas inteligentes que puedan generar una conversación interesante, que puedan despertar el interés en algo o que puedan desarrollar o darle una oportunidad a alguien así sea tan solo para aprender algo nuevo. ¿No sería eso reconfortante y gratificante?
Algunos de nosotros hemos decidido no izar nuestras velas pues pensamos que ya hemos llegado a nuestro puerto de destino. Solo les digo que algunos de nosotros ni siquiera hemos iniciado nuestro viaje. Esto puede ser cierto en todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. ¿Cómo entonces podemos dejar de sentirnos cómodos y comenzar a actuar? ¿Cómo y cuándo decidimos cambiar nuestros hábitos y nuestra forma de pensar? ¿Cuándo decidimos que nuestros hijos tengan más y mejores oportunidades que las que nosotros hemos tenido hasta ahora? No es obteniendo la respuesta fácil y sencilla, sino más bien, haciéndonos preguntas, preguntándonos el cómo, el porqué, el cuándo o el para qué. En un artículo muy interesante publicado en el New York Times y titulado The Data Driven Life (The Data Driven Life, by Gary Wolf. The New York Times. Edición del 26 de abril de 2010. Para su lectura en Internet visitar: http://www.nytimes.com/2010/05/02/magazine/02self-measurement-t.html?pagewanted=1&_r=1), el autor de una manera muy ingeniosa nos hace darnos cuenta de lo siguiente: la información que tenemos actualmente “incluye respuesta a preguntas que ni siquiera hemos hecho todavía”. Por lo tanto, ¿qué estamos esperando para comenzar?
“Las preguntas son los actos creativos de la Inteligencia”Autor desconocido
Sócrates, el padre de la filosofía occidental decía que todos teníamos el conocimiento de las cosas, y utilizaba un método llamado Mayéutica que consistía en ir repreguntando al interlocutor para que él mismo respondiera la pregunta que le había hecho a Sócrates
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