Muchas veces a lo largo de nuestras vidas nos damos por vencidos ya que no alcanzamos nuestras metas en un corto período de tiempo o no logramos lo que pensamos que queremos. Todo toma tiempo, esfuerzo, dedicación, recursos, evaluaciones y a veces mucho más de lo que pensamos inicialmente.
Todos podemos pensar en un hecho o una actividad que dejamos por la mitad o sin terminar ya que no alcanzamos los resultados que pensamos que íbamos a obtener.
Pues resulta que a un nadador le toman horas de práctica cada día y años de esfuerzo para llegar a las olimpíadas, a un estudiante le toman años de estudio para lograr graduarse de un post grado en medicina y lograr ejercer su profesión, un ingeniero pasa años estudiando y entrenando para llegar a ser un astronauta de la NASA así como a cualquiera de los que han ganado un premio Nobel les ha tomado años ser reconocidos con tan preciado premio. La meta es mantenernos en el camino y mientras lo hacemos, todo va saliendo y vamos corrigiendo aquello que no va bien orientado de forma tal que al corregirlo, mejoramos nuestras acciones y nos mejoramos a nosotros mismos.
Los dejo con un bello cuento del Helecho y el Bambú que demuestra que la paciencia, el esfuerzo, la dedicación y el tiempo invertido en lo que se quiere al final nos dan realmente lo que queremos y aquello por lo que hemos luchado.
El Helecho y el Bambú
Un día decidí darme por vencido...renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para hablar con un anciano que decían era muy sabio.
-¿Podría darme una buena razón para no darme por vencido? Le pregunté.
-Mira a tu alrededor, me respondió, ¿ves el helecho y el bambú?
-Sí, respondí.
-Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de bambú. Sin embargo no renuncié al bambú.
-En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
-En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
-En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. Pero no renuncié al bambú.
-En el quinto año un pequeño brote de bambú se asomó en la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante.
-El sexto año, el bambú creció más de 20 metros de altura. Se había pasado cinco años echando raíces que lo sostuvieran. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir.
-¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? Le dijo el anciano y continuó...
-El bambú tiene un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos son necesarios y hacen del bosque un lugar hermoso.
-Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida, le dijo el anciano y continuó...
-La felicidad te mantiene dulce. Los intentos te mantienen fuerte. Las penas te mantienen humano. Las caídas te mantienen humilde. El éxito te mantiene brillante...
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces...
Seguiremos motivando.
LV