El mes de octubre en el
mundo del béisbol se caracteriza por ser un mes muy intenso, de grandes
emociones, con mucho suspenso y que culmina con el triunfo de una excelente
escuadra. Si bien es cierto que ha habido equipos que se han superado a lo
largo de los años, el llegar a los playoffs y luego pasar a la Serie Mundial es
sinónimo de alcanzar un altísimo nivel de excelencia.
Este año hemos visto en el béisbol de las
grandes ligas hazañas verdaderamente asombrosas. Dos equipos de un mismo estado
llegan al playoff, cosa que no tiene mucha relevancia, a no ser que fue en
Texas cuando por primera vez en la historia los Astros y
los Rangers fueron a un mismo playoff
en la Liga Americana; el pitcher Max Scherzer de los Nacionales de Washington lanzó dos juegos no-hit no-run en un mismo año para convertirse en
tan solo el sexto pitcher en lograrlo en la historia. Los Astros de Houston se
propusieron a crecer su roster y tuvieron además de las figuras de José Altuve
y Luis Valvueva, a Carlos Correa como fuerte candidato al premio Novato del año. Y hoy vemos con grandes
posibilidades al pitcher
Dallas Keuchel (Astros) candidato del Cy Young por la Americana y a Zack Greinke (Dodgers) en la
Nacional.
Y es que vemos como la
sumatoria de pequeñas cosas hacen una gran diferencia. Eso es lo que sucede a
lo largo de una temporada de 162 juegos donde debe haber un gran foco, metas
bien establecidas, planes y estrategias definidos y por supuesto mucho
entrenamiento continuo; vemos un gran trabajo de parte de todos los coaches del
equipo dirigidos - en la mayoría de los casos - por un manager que se
identifica no solo con su equipo y sus jugadores sino además debe hacerlo con el
equipo gerencial de su organización. Y todo ese equipo, manager incluido, en
conjunto es el que se identifica con su fanaticada.
Lo mismo pasa en las
empresas y no solo en los 162 juegos de una temporada. Es durante todos los
juegos que jugamos los 365 días del año, de manera continua, entrenando a
nuestro equipo, planificando nuestra estrategia, definiendo las metas y
midiéndolas de manera continua. Un trabajo que no se acaba y que se basa en una
Visión compartida con todos los colaboradores. Y quizás no tengamos que jugar
en la Serie Mundial; pero quizás si lo hacemos. Y ¿dónde? en el mercado en el
que nos desempeñamos, en el entorno en el que nos movemos, en el mundo
corporativo en el que convivimos.
Porque de eso se tratan
las temporadas en el béisbol y de esto se trata el éxito empresarial:
1. Desarrollando un
sistema de ligas menores desde el cual vamos formando el talento del futuro;
2. Dando un entrenamiento
continuo a los jugadores (nuestro personal) que nos permita siempre desarrollar
su verdadero potencial;
3. Estableciendo metas
claras y un mecanismo que nos permita hacerle seguimiento a nuestro
rendimiento;
4. Revisando el desempeño
de todos y cada uno de los miembros del equipo con la finalidad de guiarlos a
que nos ayuden a seguir creciendo y desarrollándonos; y,
5. Trabajar de forma
continua en alcanzar esa visión y propósito que nos hemos trazado.
Es muy importante ver
que el llegar a la Serie Mundial ha requerido de muchos años de preparación,
desarrollo, esfuerzos y grandes retos. Hoy vimos a los Reales de Kansas City
vencer a los Mets de Nueva York en el segundo juego de la Serie Mundial. Y, ¿Quién
será el ganador? Será el que gane cuatro de siete juegos. Todo eso se logra
mediante la sumatoria de todas esas pequeñas cosas que ocurren en el campo de juego,
en las oficinas, en los gimnasios y en las sesiones de estrategia. Es todo lo
que nos da el empuje y la energía necesarios para seguir adelante. Los
ganadores llevan su triunfo muy adentro por el resto de sus vidas. Para los que
no ganaron, queda la satisfacción de haber llegado más lejos que la temporada
anterior; aunque se nos presenta un enorme trabajo - el auto evaluarnos - para entender
que nos pasó y cómo podemos mejorar para esa próxima temporada.
Para las empresas esa
próxima temporada es mañana o la semana o el mes que viene; es el nuevo cliente
que debemos conseguir o el producto que debemos mejorar. Por ello el cambio es
permanente y la mejora debe ser continua. El entrenamiento, las metas y planes,
las acciones a tomar, el desarrollar el potencial de nuestros jugadores o
colaboradores son actividades que nunca paran, ni para las empresas ni para los
equipos quienes desde el receso invernal, ya comienzan a trabajar en todo lo
que tienen que cambiar para tener una mejor temporada el próximo año.
Y llegada la Serie
Mundial de las grandes ligas, ya vemos a los dos mejores equipos, uno de cada
liga, luchando y definiendo estrategias para alcanzar el trofeo que los defina
como los mejores. Nos quedan pocos días para que se termine la Serie Mundial.
Falta mucho por ver, emociones por vivir y decisiones por tomar. A quienes
siguen jugando les llegó el momento de tomar las acciones y ejecutar de una
manera impecable. Para los demás, hay mucho que aprender, cambiar o corregir
para seguir mejorando el próximo. Y eso se hace mejor con la ayuda de un coach,
una persona que desde fuera de la organización ve las cosas de una manera más
objetiva. Y es así como se crece más y mejor. Ese es el trabajo de alguien que
busca mejorar el desempeño deportivo y gerencial.
Ya es octubre, mes de
los playoffs y la serie Mundial. Vamos al ganador. Y cuando nos damos cuenta
que nuestras empresas ya juegan en las grandes ligas, nos debemos decir de esa
misma manera: de manos de nuestro coach, vamos al ganador.