Hoy en mi
ciudad bulliciosa,
los ecos susurran suavemente,
La tristeza flota como sombras,
Bajo un cielo gris y omnipresente.
Las calles están vacías,
susurran historias de desconsuelo,
La gente se reúne sola,
y entona una triste sinfonía de anhelo.
Hoy se apartan el caos y la prisa,
Y los ecos de la risa son débiles y lejanos.
Una suave tristeza flota bajo el cielo que veo,
Una melodía de pena en el vendaval urbano.
Una tristeza persiste, en luces de neón apagadas,
Una lágrima silenciosa que se derrama lentamente.
Los rascacielos se elevan como gigantes al cielo,
Sus sombras proyectan vacío en las calles desoladas.
Hoy no se ve multitud, sólo almas solitarias,
Perdidas en el giro constante de esta ciudad apagada.
En la ciudad en silencio, la tristeza se despliega,
Un luto invisible que en el corazón se anega.
Derrota se respira y en cada calle se siente,
Como la llovizna que cae lenta y suavemente.
Bajo un manto gris, la ciudad se sumerge,
En un mar de melancolía que el alma apremia.
Cada paso es un susurro, como un eco apagado,
Perdido en el laberinto de un día nublado.
En el silencio de la ciudad, donde los ecos murmuran,
La tristeza flota como sombras en cielo sombrío.
Las calles vacías susurran historias de tristeza,
En el silencio profundo, que se despliega sin sentido.
Por callejones vacíos, un alivio ilusorio.
Una sinfonía tranquila, con melodía melancólica,
En el corazón de la ciudad, bajo una luna apagada.
En el pensamiento profundo, donde el alma herida se
despliega,
Perdura un silencio tranquilo, que invita a la esperanza que llega.
Y la esperanza resplandece, como una luz que florece.
Porque tras la lluvia que cae, la vida se renueva.
Y en esta quietud serena, donde fluye la tristeza,
brilla un destello de esperanza, una nueva fortaleza,
Y en cada corazón con fuerza, solo vive la grandeza.
Al apagarse la oscuridad, surgirá un nuevo día,
La resiliencia florecerá, como fuerza en sintonía.
En el abrazo de ciudad serena, la tristeza encuentra su
camino,
Mientras susurros de consuelo guían la noche a un nuevo
destino.
En medio de la prisa, llega un toque de quietud,
una gracia suave con un ritmo apresurado,
un sollozo silencioso, que da paso al pensamiento.
De una suave tristeza, hoy brota la esperanza.
Resiliencia que resurge, como el sol tras la tormenta.
Venezuela tendrá futuro, y su luz será inmensa.