La mayoría de los jóvenes que comenzamos a trabajar en Venezuela desde la
década de los años 80 hemos conversado entre nosotros en diversas ocasiones
acerca del porqué y del cómo nos ha tocado a todos trabajar continuamente en
épocas de crisis e incertidumbres. Todos, sin excepción, hemos vivido desde
aquel viernes negro del año 1983, cuando el gobierno decidió dejar libre el
valor del bolívar con respecto al dólar, todas y cada una de las crisis económicas,
políticas o sociales que nos ha tocado lidiar en estos casi 30 años. Solo por
mencionar algunas:
·
Inestabilidad
en el crecimiento y desarrollo tanto económico como social;
· Elevadas
tasas de inflación, (tasas anuales mayores al 20% durante los últimos 20 años);
· Deterioro
en la infraestructura nacional y en las comunicaciones;
· Caída
continua en los niveles de producción en el país, desde cualquier punto de
vista y de cualquier artículo o producto (industrial o para el consumo) que se
ha dejado de producir (Conindustria ha señalado continuamente que el número de
empresas en el país ha disminuido casi en un 50% en los últimos 10 años);
· Salarios
reales que no han logrado mantener el nivel de consumo de la población;
· Una
economía menos diversificada y cada vez más dependiente del petróleo;
· Unas
regulaciones muy cambiantes, donde los gerentes no terminamos de adaptarnos a
una nueva situación del mercado o ámbito legal, cuando vienen nuevas y
cambiantes leyes que imponen más presión a las empresas, sobre todo a las del
sector privado;
· Reducción
en el número de “grandes” empresas presentes en el país;
· No se
han logrado generar suficientes puestos de trabajo para los estudiantes que
salen de las universidades o para la población que entra en edad laboral;
· Cuatro
(04) controles de cambio, con sus consecuentes efectos negativos en la
economía, el último de los cuales ha estado vigente desde febrero 2003.
Esto es una indiscutible definición de inestabilidad, crisis continua e
incertidumbre para el país, sus empresas, sus gerentes y empleados y en general
para toda la sociedad. En mi opinión, lo que observaremos el día domingo no es
más sino la demostración que una gran parte de los venezolanos tenemos la
imperiosa necesidad de cambiar, de obtener un rumbo nuevo, de lograr que la
economía y sus sectores se desarrollen en un ambiente competitivo y no restrictivo,
que los venezolanos podamos tener la oportunidad de crecer y desarrollarnos
para ampliar nuestros horizontes, de tener seguridad y libertad, en pocas
palabras, la necesidad que todos tenemos de ver el resurgir de la confianza y
el optimismo en Venezuela.
Ahora todos queremos cambios, que no solo debemos buscar sino cambios que
nosotros mismos debemos impulsar. No nos podemos quedar de brazos cruzados ni
esperando a que sea solo responsabilidad del nuevo gobierno el hacerlo. Por
supuesto debemos basarnos en que el nuevo gobierno nos dará unas bases sólidas
y darnos el impulso: seguridad jurídica, leyes que permitan la libre
competencia, nuevas y modernas regulaciones en todos los ámbitos, una economía
creciente y en desarrollo, generación de empleos, promoción a los empresarios;
en resumen, un nuevo y mejor futuro para todos. Eso vendrá con el tiempo y no
podemos esperar a que llegue de inmediato, pues muchas cosas han de cambiar
antes - lo que puede llevare meses en cambiar - para que todo esto se de. Pero como ciudadanos
también debemos exigir, entendiendo la presión y el apoyo que debemos ejercer; pero debemos
entender y comprender el compromiso que también debemos adquirir cuando le
vayamos a exigir todas estas y otras cosas importantes a nuestro gobierno,
dándole el tiempo que va a requerir en enrumbar de nuevo al país en una nueva
dirección. A veces tendremos la sensación de que el gobierno va en una
dirección contraria a la que queramos mientras que la sociedad va a querer ir
en otra dirección, pero debemos entender cuáles de estas posiciones van a ser
necesarias para enderezar al país. Las demandas de un lado (sea del gobierno o de
sus ciudadanos) deberán ser suplidas por la oferta que todos los participantes (gobierno,
oposición, ciudadanos o inversionistas) podamos dar. Pero como sociedad y como
un país unido debemos trabajar en muchos temas a la vez: en un nuevo sistema
educativo, un eficiente sistema de administración por parte del ejecutivo, un
justo sistema judicial, o una equitativa repartición de los ingresos del país. Y es nuestra obligación como ciudadanos
aportar y apoyar estas gestiones con ideas e iniciativas que permitan alcanzar
lo que queremos en un menor plazo.
En el mundo hay muchos ejemplos de cómo la sociedad y el gobierno se ayudan
mutuamente y de maneras diferentes a como lo hemos visto en nuestro país.
Estudiantes exigiéndose cada vez más entre ellos y a sus profesores; universidades
en donde voluntarios cuidan y ayudan a los más necesitados y le permiten a
personas mayores tener acceso a una educación secundaria o universitaria; un
sistema de salud público que funcione bajo el auspicio o con la ayuda del
sector privado; sectores de todo el gobierno (desde la Presidencia y los
ministerios, hasta las gobernaciones y alcaldías) que deben hacerse más eficaces
y tener una gestión más eficiente, que le permita al gobierno, los estados y
los municipios ahorrar en vez de incrementar más los gastos o ver de qué manera
inventan nuevas leyes para cobrarle más a las empresas, lo cual se traduce todo
el tiempo en mayores costos para la población. Sector público y privado ayudándose
continuamente: Cosas pequeñas que unidas
harán una gran diferencia.
Esto trae nuevos retos para todos y a la vez oportunidades; trae la
necesidad de cambiar, de adaptarnos de nuevo a una sociedad de posibilidades,
no de restricciones; a una economía creciente y en desarrollo, no en retroceso
o creciendo solo en los sectores en donde le interesa al gobierno. Es la oportunidad que todos tenemos este próximo
domingo de iniciar el rumbo al desarrollo del Siglo XXI, de la modernidad, de
aprovechar las nuevas tendencias en tecnología, de mejorar la educación, de
mejorar nuestra salud, de mejorar y cambiar en definitiva nuestro futuro. Y
es también el tiempo de hacer sentir nuestro patriotismo, nuestro nacionalismo,
sentirnos orgullosos de ser venezolanos. Que nos una la vinotinto, que nos una
el béisbol (Cabera, Vizquel, F. Hernandez, Santana son tan solo algunos
ejemplos de cómo se logran las grandes hazañas), y que también nos una el sentido de querer a nuestro país, de verlo
florecer, de apoyar en su desarrollo y construir un mejor porvenir para todos
nosotros, sus ciudadanos.
Es nuestra oportunidad de
contribuir, sí, de contribuir y apoyar a construir entre todos una nueva
sociedad, una nueva economía, la de aprovechar los recursos que tenemos de la
mejor manera, la oportunidad de permitirle a tantos talentos que se fueron de
nuestras fronteras de regresar al país y construir todos juntos una nueva
Venezuela, sin prejuicios, sin diferencias, sin exclusión.
No será fácil. No va a ser de la noche a la mañana, pero tengamos la Fe y
la Esperanza que ya tenemos una guía para nuestro futuro, que ya tenemos una
luz en el camino.
LVGG
05/10/12