Un viaje energizante,
enriquecedor, diferente; un viaje en parte a algo desconocido pero que a uno lo
llena de una nueva visión, de ganas de cambiar y de hacer cosas diferentes; de
aprender, estudiar, mejorar; en fin, una gran aventura.
Así puedo definir yo mi viaje de cuatro días a la selva
tropical en el sur este de Venezuela, a un lugar maravilloso llamado Canaima. Para quienes no lo conocen, es
un lugar paradisíaco, una vez llamado 'el mundo perdido'. Especiales documentales
(BBC, National Geographic, Nature Conservation), libros como el increíble Entrañas del Mundo Perdido de Charles
Brewer Carias, cuentos, historias y hasta películas (Up de Pixar-Disney o el
inicio increíble de la película Dinosaurios – también de Disney) han
sido escritos, realizados o basados en este lugar que no tiene descripción sino
para quien lo visita. Es un lugar Mágico!
Atravesar cataratas de 100-120 metros de largo – por detrás
donde vemos el agua caer delante de nosotros; pasear por la laguna de Canaima
viendo algo realmente espectacular; ver como de solo pequeñísimas corrientes de
agua (que están por todas partes) se van formando pequeños riachuelos que se
unen entre sí y con miles de otros para ir formando caños, ríos pequeños que se
van uniendo en lo que luego termina siendo los ríos Caroní y Orinoco. Frente a
nosotros el río Carrao, cuyo color es de una profundidad inimaginable; su
sabor lleno de las purezas mismas de sus riquezas que salen de las hojas
milenarias de esa bella Selva Tropical; y a todo eso los Indios Pemones, quienes
habitan esas tierras nos dicen: que esa es agua que purifica.
Cruzando ríos y cascadas, viendo lo vasto de esa selva
inmensa, entendiendo que las cosas simples y más complejas de la naturaleza hay
que disfrutarlas; entendiendo que el cuido y la conservación de la naturaleza es
trabajo de todos; escuchando los diferentes sonidos del viento y de los animales
o viendo una planta que quizás tenga cientos de años. En verdad quizás si
fuimos a un mundo perdido; un mundo salvaje y especial que conserva su
naturaleza maravillosa; un mundo en el que el tiempo se detiene y te dice ‘disfruta
el momento’.
Caminar, pasear, reflexionar, observar o tan solo sentarse a
ver ese horizonte que termina en espectaculares Tepuyes, es en una sola palabra pura ENERGÍA! Sí, energía al
nivel máximo que podemos experimentar.
Y al regresar con un nuevo espíritu renovado o más bien
repotenciado es que puedo decir, que la aventura continua!
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