Es casi repetitivo decir que el 2020 fue un año de cambios,
de transformaciones, de preocupaciones. Un año en el que cambiamos todo lo que
dábamos por sentado, como la posibilidad de salir a pasear, a cenar, o ir a una
librería; un año en el que también cambiaron nuestros hábitos -y de qué manera.
Pero también fue un año muy difícil para las empresas y las economías, para no
entrar en los detalles de cómo esta pandemia modificó muchos de los aspectos
básicos de los países y de las sociedades. Un año además en el que vimos que no
todas las industrias, empresas o personas lo vivieron ni con la misma rapidez,
ni con la misma intensidad, ni quizá reaccionaron con la claridad o la
velocidad que posiblemente se necesitaba en el momento. Algunos (personas,
empresas) tuvieron miedo y decidieron esperar antes de actuar; otros decidieron
actuar casi de inmediato tratando de ver lo que podrían hacer; mientras que
otros, sobre todo empresas ya más planificadas, comenzaban a implementar nuevas
estrategias, incluyendo mercadeo y ventas, o las tecnológicas y digitales que
les permitieron innovar más rápidamente. Pero independientemente de cual fuere
el caso -y aquí cada uno debemos evaluarnos-, a todos nos tocó detenernos, así
fuese un instante, para comprender lo que comenzaba a pasar desde el mes de
enero y con más fuerza en el mes de marzo a nivel mundial, con un virus que, al
convertirse en pandemia, paralizó al mundo tal y como lo conocíamos.
No podemos negar que el mundo, fue y está siendo remodelado
por el COVID-19 y otros eventos (geopolíticos o geoeconómicos) y que ya lo que
conocíamos no será lo mismo, pues todo ha cambiado. Hoy hay un distanciamiento
social auto impuesto, aunque todavía vemos a personas que pareciera que no se
han dado cuenta de la grave situación. Como dijera el escritor británico Aldous
Huxley: “Que los hombres no aprendan mucho de las lecciones de la historia
es la más importante de todas las lecciones de la historia.”
Ya es normal el uso de las mascarillas o el dejar los zapatos
en la puerta de la casa. Ya se hizo costumbre el delivery y el pick-up aún en
los países donde no existía esta práctica. Las personas consumen menos, pero
compran para más tiempo para evitar el contacto. Las empresas han adaptado los
tamaños de sus productos para hacerlos atractivos para el mercado. Todo lo
online, desde las videoconferencias hasta el streaming, ha transformado la
manera como nos comunicamos y como nos distraemos. En otras palabras, el
impacto que el COVID-19 ha tenido en nuestro quehacer diario, en las empresas y
hasta en la sociedad es uno que ha traído grandes transformaciones y que estará
con nosotros por muchos años.
Los grandes retos de la humanidad han sido resueltos por grandes hombres y mujeres que generaron ideas para el cambio, que generaron tendencias, que modificaron el rumbo de la historia. Hoy estamos ante un nuevo capítulo de la historia, uno que será escrito por personas desconocidas pero que marcarán el camino a seguir para un mejor futuro.
Por supuesto al iniciar un nuevo año, todo está por hacer,
todo está por crearse y por escribirse. Parte de este año estará relacionado
con el COVID-19, pero el resto dependerá de cada uno de nosotros, de nuestra
actitud, de nuestra motivación, de lo que decidamos hacer y el cómo resolvamos
actuar. De allí vendrán esos cambios transformacionales que podrán convertir el
2021 en un gran año o por lo menos en un buen año. Solo depende de
nosotros.
Luis Vicente García G.
(*) Articulo originalmente publicado en el Diario El Nacional de Caracas, Venezuela.
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