Cuando decidí hacer este BLOG lo hice con la idea de motivar a los jóvenes, ya que es algo que no solo me gusta sino que creo que en estos momentos hace mucha falta. Sin embargo como a veces pasa, las ideas cambian y evolucionan y en este Blog he escrito de muchos temas variados y he inclusive incorporado artículos escritos por terceras personas, no tan jóvenes, quienes se han motivado a hacerlo.
Pero hay veces que las cosas toman otro rumbo y uno mismo termina por suerte siendo el MOTIVADO (como dijera el Padre Carlos en su articulo "motivando al motivador" que escribió el mes de junio pasado con motivo del lanzamiento e inicio de este Blog: http://elblogdelpadrecarlos.blogspot.com/2010/06/motivando-al-motivador.html). Lo digo así pues una de mis sobrinas panameñas, Irene, se acaba de graduar del bachillerato, primera en su promoción, con toda clase de honores y reconocimientos y tuvo el honor (como dijo ella) de dar el discurso de Graduación de su promoción ante los directores, padres y alumnos del colegio, a principios de esta semana. Un discurso que tiene más que motivación, tiene más que actitud positiva, tiene más de lo que he tratado de buscar generar con lo que he escrito a lo largo de estos meses, por lo que que uno se da cuenta que hay gente que motiva y otros que necesitan ser motivados. "I" (como la llaman sus hermanas), te felicito por tu excelencia, por tu motivación, por tu forma de ser tan maravillosa, tu carisma y la visión tan clara de lo que quieres.
Les copio el discurso de graduación de "I". Algunos dirán que es un poco largo, pero es un discurso escrito desde el corazón de una joven motivada, emocionada, agradecida y feliz. Se los recomiendo para que lo lean y lo disfruten:
Discurso de Graduación 2010
Irene Morón García
Buenas tardes Madre Directora, Profesores, Cuerpo Docente, padres, amigos, invitados y la verdadera razón por la que estemos todos aquí, mi querida, increíble, inolvidable y amada promoción 2010. Hace nueve meses tuve la oportunidad de pararme en una ocasión similar, frente a una audiencia parecida, para dar la bienvenida al colegio en un nuevo año. Un par de palabras alentadoras, una invitación a aprovechar el año que comenzaba y muchas expectativas, que con ayuda de Dios y gran esfuerzo serían llenadas.
Nueve meses. Parece mucho, no? O mejor dicho, parecía.
Hoy me paro ante ustedes, en una ocasión similar, frente a una audiencia parecida, en donde, sin embargo, no hay palabras de bienvenida, no hay invitaciones a aprovechar lo último que queda, donde se acabaron las expectativas. Sin darnos cuenta, hemos cerrado los ojos y al abrirlos nos hemos visto aquí, en este salón, con toga puesta, birrete en la cabeza, lágrimas en los ojos, y una mano ansiosa por recibir ese tan esperado pedazo de papel que dará fin, o mejor dicho un adiós, de forma definitiva, a todo aquello que conocemos, a todo aquello que hemos vivido.
Trece años fue lo que me tomó para construir 68 amistades. 68 razones por las cuales poner una sonrisa en mi rostro y levantarme cada mañana para ir a la escuela. 68 motivos por los que darle gracias a Dios cada día; 68 caras que de alguna u otra forma son parte de mí, de quien soy. Ustedes son esas 68 alegrías, a las que no puedo hacer nada más que darles las gracias. Me han enseñado a que puedo encontrar una mano que me ayudará, aún cuando creo que ya no se puede hacer más nada; me han enseñado que no camino sola, aunque a veces creo hacerlo. Me han conocido y querido como soy. Me han hecho sentirme parte de una familia en la que todas hemos crecido, todas hemos madurado, aunque claro, cada una a su tiempo, y en la que todas hemos tomado importantes decisiones. Solo puedo decir que ustedes son la fórmula perfecta. Más valiosa, fuerte, y exacta que cualquier fórmula que hayamos podido aprender en química. Es increíble como ustedes no han sido la mejor lección que haya podido aprender en la escuela, sino las 68 mejores lecciones que he podido aprender en mi vida. La alegría que tengo de estar hoy, aquí y verlas a todas recibiendo éste diploma es inmensa. No tienen idea cuanto tiempo he pasado tratando de encontrar las palabras para expresarles como me siento. Pero he caído en cuenta de que simplemente no hay palabras. Cada una de ustedes significa y vale demasiado, nadie puede describir cuanto. Solo puedo decir que me siento orgullosa de haber podido ser parte de sus vidas. Me siento orgullosa de haber podido ser parte de ésta escuela.
Llegamos sin saber qué esperar. Llegamos buscando una dirección que seguir. Llegamos a éste Colegio en busca de respuestas, y hoy puedo decir que las hemos encontrado. Esta escuela no nos ha hecho crecer solo en lo académico, en lo intelectual o en conocimientos. Nos ha hecho crecer como personas. Nos ha dado una formación, pero una formación integral. Sé que no siempre lo pensamos así, sé que no siempre nos gusta admitirlo y sé que muchas estamos ansiosas de que termine éste larga y a muchas veces torturosa trayectoria. Pero no nos estamos dando cuenta de lo que nos llevamos de aquí. Lo que nos llevamos es algo sumamente valioso. La escuela nos ha enseñado a no ser promedio, a dar más de lo que se espera de nosotras. A ser humanas, a ser sencillas; a pensar, a tener iniciativa; no ha simplemente escuchar y repetir. Nos ha dado todo lo que necesitamos para enfrentarnos cara a cara con el mundo, nos ha preparado para tomar las mejores decisiones, nos ha enseñado a saber aprovechar oportunidades, a ser lo que se llama personas valientes y valiosas; a no temer la lucha en la vida, como dice una de las líneas de nuestro himno. Y gracias a ésta escuela, o mejor dicho a éste hogar, estamos listas para no temer lucha, reto, problema o dificultad, estamos listas para alcanzarlo todo.
He sido infinitamente bendecida, y no puedo hacer nada más que dar gracias. Gracias a todas nuestras religiosas, maestras y profesores, por todas las clases aprendidas, y las pocas perdidas; por todas las lecciones, que simplemente no pueden ser aprendidas en ningún libro; por los consejos, el apoyo, la paciencia y la fortaleza que han tenido por tantos años. Nos han hecho vernos como somos, con nuestras fallas, y también con nuestras virtudes; nos han ayudado a mejorar, a mantenernos de pie, siempre caminando. Han hecho de nosotros las personas que somos hoy. Gracias a nuestros padres, la razón de nuestra existencia. Ustedes han estado allí para nosotras en las buenas, en las malas y en las que no han salido como esperábamos. En cada caída, nos han levantado; en cada error, nos han corregido; nos han educado; nos han amado. Ustedes no nos han enseñado dentro de un salón de clases, lo han hecho cada día de nuestras vidas. Nos han dado la valentía, nos han enseñado a perdonar, nos han inculcado la determinación, nos han hecho independientes. Han sufrido y celebrado con cada caída y triunfo nuestro y solo esperamos hacerlos orgullosos. Y por supuesto, estoy inmensamente agradecida con Dios, por éste increíble viaje que hoy podemos concluir. Por permitirme ser parte de esta promoción, permitirme conocer a cada una de ustedes. Por confiar en mí, por regalarme cada día que vivo, cada aliento que respiro y cada palabra de éste discurso que escribo. Siento que éste año Dios ha sido grande, ha sido inmenso. No puedo mencionar una en la que nos haya defraudado. Y sé que nunca lo hará. Sé que tiene planes maravillosos para todas nosotras, por lo que hay que ver el futuro con confianza. Confiar siempre en Dios, Él no pierde batallas.
GRADUACIÓN. Es increíble como en diez letras se pueden resumir 69 vidas. Una palabra más, un significado más en el diccionario. Una palabra más, un millón de significados y posibilidades en nuestras cabezas. Graduación. Una palabra temida, ansiada, esperada, luchada, merecida, pero hoy finalmente, lograda. Hoy nos graduamos, no solo del Colegio, del aprendizaje, de los libros, tablas periódicas o los lápices. Nos graduamos de una de las lecciones más bellas e importantes que tendremos en toda la vida. Nos graduamos de amistades inolvidables; nos graduamos de promesas inquebrantables. Nos graduamos de años y años de risas, lágrimas, gritos, peleas, regaños, valores. Nos graduamos de las comparsas. Nos graduamos de fallidas caravanas. Nos graduamos de fallidas celebraciones de los cien días. Nos graduamos de fallidas celebraciones de los ciento cincuenta días. Nos graduamos de nuestro segundo hogar. Nos graduamos del lugar que nos vio caer y nos vio vencer. Nos graduamos de 13 años de sacrificios, luchas, obstáculos, pérdidas, retos, desafíos; 13 años de ayuda, de humildad, de fortaleza, de sueños, de vida, de metas y de logros.
Hoy me gradúo. Me gradúo con honores. Me gradúo con 68 honores, que son y siempre serán mis 68 hermanas. 68 ángeles con los que Dios me ha bendecido y por alguna extraña razón quiso poner en mi camino. Un camino que no ha sido fácil, nunca lo es. Mas aquí estamos hoy. Hoy cumplimos nuestra meta. Hemos caminado, nos hemos caído, y nos hemos vuelto a levantar, una y otra vez. Sí, nos hemos cansado. Sí, nos hemos quejado. Sí, hemos tenido fallas, hemos cometido errores, errores que al final son los que nos han ayudado a crecer, a mejorar, a aprender a no equivocarnos de nuevo. Pero hemos seguido corriendo, aún cuando las piernas nos temblaban, hemos seguido tocando, aún cuando la puerta estaba cerrada. Hemos creído en nosotras, en nuestras capacidades, en que sí podemos con cualquier reto por más inmenso que parezca. Somos esclavas, somos luchadoras. Si hay algo que hemos aprendido en la escuela, que no tiene nada que ver con ecuaciones redox, la Guerra Fría o Mickey Mantle, es a ser perseverantes. Luchar por algo en lo que creemos. Luchar por algo en lo que soñamos. Luchar por llegar a la cima, pero haciéndolo bien, con humildad, lealtad, tomando responsabilidad de nuestras acciones. Deteniéndonos para ayudar, para aprender, para aceptar, para crecer. Acostumbrándonos a no dejar nada a medias, a terminar; a buscar y encontrar la excelencia. A emprender y recorrer esa milla extra. No importa llegar de primeras, lo que cuenta es intentarlo, y nunca, nunca, nunca darse por vencido. No se llega a la cima superando a los demás, se llega superándonos a nosotros mismos.
Tantas veces hemos escuchado decir que la juventud es el futuro, la cierta y tan usada frase “ustedes jóvenes son los líderes del mañana”; pero siempre nos imaginamos un mañana distante, pensamos que todavía no es nuestro turno de enfrentarnos al mundo. Pues Clase 2010, nosotras no somos las líderes del mañana, somos las líderes del hoy. Porque después de ésta ceremonia vamos por nuestra propia cuenta. Después de hoy es cuando todo realmente comienza. Quizás no estemos juntas, quizás no nos espera nada fácil, quizás las voy a extrañar más, muchísimo más, de lo que estas líneas puedan expresar, pero después de hoy tenemos la llave de nuestro futuro. Después de hoy somos las dueñas de nuestros sueños. Después de hoy el mundo es nuestro. Lo tenemos justo en frente de nosotros. Así que tómalo en tu mano, y sonríe, porque hoy te gradúas. Sonríe, porque hoy lo logramos!
Como dije, un discurso demasiado emotivo, lleno más de lo que uno se imagina, un discurso maravilloso. No estuve presente cuando "I" lo leyó, pero me imagino la reacción y la ovación al final.
Espero que pasen una semana motivadora y feliz, ya que recuerden, como dijo Irene, que "no somos los líderes del mañana, somos los líderes de hoy".
Seguiremos motivando.
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