Que cantidad de emociones hemos vivido el día de
hoy, 28 de febrero de 2013, al ver desde la Ciudad del Vaticano, en Roma, todos
los acontecimientos que giraron en torno a la renuncia del Papa Benedicto XVI y
de la entrada en vigencia de lo que se ha denominado "Sede Vacante".
Emociones encontradas para uno, que desde lejos, ve pasivamente estos
acontecimientos que dan inicio a una nueva etapa en la Iglesia Católica
Universal. Emociones de tristeza, asombro, dudas sobre el futuro,
incertidumbre, pero sobre todo de aprecio hacia un Papa valiente.
Un Papa, ahora Emeritus, quien luego de casi 8 años de pontificado, pasa a un peregrinar por la vida del rezo, del pensamiento, de la meditación. Una etapa ahora de observación y no de participación desde uno de los lugares más importantes del mundo occidental. Pasa entonces a ser ahora una gran figura para todos nosotros, que será referencia para muchos, quien a pesar de su avanzada edad cuando comenzó en el 2005, nos deja un legado muy importante, con sus escritos, sus discursos, sus encíclicas y sus enseñanzas.
El Papa Benedicto XVI nos ha dado muchos ejemplos con su actitud, con su forma de ser, con sus aciertos, y sobre todo con sus decisiones. Decisiones, nada fáciles de tomar, en un mundo tan complejo y difícil como el que estamos viviendo actualmente. Pero decisiones al fin que hubo que tomarlas, como dijo él recientemente, para el beneficio de toda la Iglesia.
Vendrán cambios, algunos profundos, otros complejos de entender y algunos todavía más difíciles de implementar. Un nuevo tiempo en donde la iglesia de los continentes emergentes como Africa, Asia y América Latina comenzarán a jugar un papel aún más importante, donde la feligresía deberá identificarse más con su Iglesia y donde toda la modernidad de este siglo XXI comenzará a generar cambios que probablemente serán difíciles de aceptar. Nos queda pues, como Católicos todos, darle la bienvenida al nuevo Papa que va a ser electo próximamente y a la vez, entender y aceptar los motivos y las razones que llevaron al Papa Benedicto XVI a seguir su nuevo camino de meditación, de oración; un nuevo camino para el peregrino.
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