La música puede ser algo
increíble, inspirador, motivador, cautivante. La música nos puede transportar a
lugares inimaginables, distantes y traernos de vuelta sin darnos cuenta. La
Música es, en una palabra, algo espectacular.
Escribo estas palabras pues ayer
fue el concierto inaugural de la trigésima temporada de la Orquesta Sinfónica
Gran Mariscal de Ayacucho. Una orquesta, que según palabras de su presidente
Manuel Torres “ha tenido muchos altos y
bajos, sobre todo bajos” con el pasar de los tiempos, pero que a pesar de
la difícil situación del país logra inspirarnos cada vez que salen a escena. Y
ayer no fue la excepción. Una orquesta, ya de grandes amigos, quienes con cada
temporada nos siguen demostrando lo valioso del talento venezolano.
Bajo la magistral batuta de la
maestra Elisa Vegas se llevó a cabo este concierto inaugural de la temporada 2019.
La orquesta, conformada por jóvenes músicos de diferentes zonas de Venezuela,
con diferentes backgrounds y de
altísima calidad musical, nos brindó un maravilloso concierto sinfónico donde
el programa, finamente escogido para la ocasión, nos permitió transportarnos, viajar
y disfrutar de bellas composiciones orquestales. La obertura-fantasía de Romeo y Julieta de Tchaikovski dio inicio al
concierto con una bella melodía de una historia de amor que sirvió para iniciar
un viaje de inspiración. Le siguió la Sinfonía No. 104 de Joseph Haydn en la
cual hubo fabulosos momentos que convirtieron a la sinfonía en una interacción
continua de solistas. Los solos de la flauta, el oboe y el violín fueron una
sorprendente sorpresa.
Y el concierto finalizó con una
de las principales obras del compositor italiano Ottorino
Respighi en la que cada movimiento retrata los pinos de Roma a lo largo del día.
El momento más importante se mantuvo para el final, donde desde los juegos de
los niños en los jardines hasta la repentina oscuridad de las catacumbas, la
orquesta fue excepcional al cambiar la intensidad de la música moviéndose entre
grandes clímax y una suave combinación del sonido del ruiseñor. Todo ello nos
preparó para la llegada de las legiones romanas a lo largo de la Via Appia,
cuando la maestra Vegas realmente dejó que la orquesta sonara libremente, con
toda su fuerza y surgieran resplandecientes sonidos de todos los instrumentos y
sobre todo los de viento, incluso detrás del publico que con asombro escuchaba
uno de los finales más impactantes de la música clásica o, como me dijo la
propia directora, un final “Colosal”.
La música es un arte, cuyo origen
vino de la antigua Grecia donde se reunía junto a la poesía y la danza como un
mismo ser. De allí que hoy día tengamos bellas melodías acompañadas de excelentes
movimientos artísticos. Para algunos la
música es la ‘combinación de sonidos y
silencios basados en los fundamentos de la melodía, la armonía y el ritmo’;
pasando por un proceso cultural, para llegar a ‘suscitar en el oyente una experiencia que refleja sentimientos’. Celebrar 30 años de vida en la Venezuela
actual es un acto de proeza, un gran logro y sobre todo un gran compromiso con
el país, el público y en especial los músicos y quienes laboran en esta
maravillosa orquesta Gran Mariscal de Ayacucho. Gracias por brindarnos la
oportunidad de escuchar un maravilloso concierto y felicitaciones por lo que
estoy seguro será un año maravilloso de grandes emociones y de muchas celebraciones.
Luis Vicente García G.
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